Todo comenzó días atrás, en el barrio Villegas, de la localidad matancera de Ciudad Evita, donde Fernando Leguizamón, de 21 años, fue ultimado, pateado y abandonado por un grupo de criminales que, de acuerdo a su papá, le había robado diferentes objetos, entre ellos, un nebulizador de su pequeño hijo, quien lo necesita de manera frecuente.
Al parecer, la mujer de la víctima acusó a la pareja de su hermana por la sustracción de los elementos, de manera que, entre ellas, comenzó una discusión que escaló hasta que el muchacho se presentó en la casa de este otro hombre, donde fue recibido por una verdadera balacera.
Tras pegarle un tiro, los asesinos comenzaron a patearlo en el piso, según contó el padre de la víctima.
El padre de Fernando indicó que, a su hijo, le dispararon alrededor de 20 veces. Uno de esos tiros dio en su nuca y lo mató prácticamente en el acto, mientras los asesinos lo seguían golpeando en el piso y no le permitían rescatarlo a un tío suyo que lo había acompañado.
La víctima tenía un hijo de cuatro años y, junto a su esposa, esperaban otro. Tras el homicidio, sus parientes debieron dejar el barrio ya que el grupo familiar de los asesinos, vinculado a la venta de drogas, los amenazó al igual que intimidó a posibles testigos del episodio, de acuerdo al denunciante.